sábado, 3 de enero de 2009

Mesa de diálogo en torno a la gestión cultural y editorial

La Biblioteca José Vasconcelos, emblema del desastre, refirió Rafael Pérez Gay
Con Fox se desmanteló la magra política cultural, coinciden editores
Cuestionable, que el Estado sea desde donde se publique o no a ciertos autores, indicaron
CECILIA DURAN

¿Sirve para algo la política cultural? fue la pregunta que se hicieron cuatro editores, Guillermo Fadanelli, Andrés Ramírez, Rafael Pérez Gay y Héctor Mauleón, reunidos en una mesa de diálogo desarrollada en la pasada Feria Internacional del Libro (FIL). En este espacio de diálogo analizaron y criticaron la gestión cultural del sexenio foxista y el actual y se centraron en el Estado editor de libros.
Rafael Pérez Gay, editor de Cal y Arena, inició la plática diciendo que la biblioteca José Vasconcelos fue el emblema de la política cultural del Conaculta durante la gestión de Sari Bermúdez y el gobierno de Vicente Fox.
“Yo digo que lo sigue siendo, más que nunca. La biblioteca tiene goteras, los pisos de mármol se rompieron, los baños no sirven, los elevadores nunca funcionaron, la estantería no soportó las humedades. Un desastre. Esta es para mi la imagen final del programa Hacia un país de lectores con el que Sari Bermúdez quiso promover la pesada maquinaria del Conaculta”, dijo.
Héctor de Mauleón, subdirector de la revista Nexos, aseguró que dejó el sexenio foxista dejó “una buena colección de chistes” y una pobre gestión de Bermúdez, quien enfocó sus baterías y esfuerzos en dos aspectos: uno era construir un país de lectores, lo cual no era ninguna novedad porque este tipo de políticas nace desde Vasconcelos con la idea de que el Estado debe imprimir libros y repartirlos a precios bajos para hacer que la gente lea.
“La segunda cosa es que como no podía legitimar su presencia al frente de la política cultural y como Carlos Fuentes había dicho en un acto al inicio del sexenio que sería maravilloso que tuviéramos una biblioteca y que fuera la más importante de América Latina, lo único que se le ocurrió fue destinar todo el sexenio de Fox a la construcción de esa biblioteca, que al ser inaugurada de manera apresurada, no nos dimos cuenta que estaba en obra negra. No solamente era eso lo grave. Tuvieron la idea absurda de construir una mega biblioteca en el centro de la ciudad de México, completamente alejada de todo el país, aunque según ellos algún día estaría conectada con todos los rincones del país”, dijo De Mauleón.
También indicó que el capital mayor del sexenio foxista “se fue a la colonia Buenavista y se volvió un montón de ladrillos y varillas en un lugar en el que incluso ni los habitantes de la ciudad de México han podido acercarse hasta este momento. Es una biblioteca que dos años después, cuando acaba de ser reabierta, vamos a ver qué futuro tendrá en lo sucesivo. Por lo pronto creo que el legado de Fox fue de desmantelamiento de la política cultural priísta, lo cual ya es muy terrible decirlo. Me parece terrible reconocer un mérito a un sistema que terminó por volverse tan corrupto y tan vacío, pero incluso lo que había logrado el PRI en materia de política cultural a lo largo de varios sexenios fue desmantelado en el sexenio de Fox”.
Pérez Gay añadió que el centralismo en la cultura es un ejercicio público excluyente, que privilegia lugares, personas e instituciones, y todo al mismo tiempo. El centralismo suele ocasionar calamidades y la biblioteca pública José Vasconcelos es una de ellas.
“Sari Bermúdez y Sergio Vela no han inventado el centralismo, pero lo han usado a discreción para concentrar sus aspiraciones en una biblioteca que resultó un fracaso, y hoy en una política cultural que a mi juicio no ha dado ningún resultado. Nadie le explicó a Bermúdez que la grandeza no es algo que pueda construirse en metros cuadrados y ladrillos. Cualquiera que tenga libros en su casa, sabe, y desde luego no lo sabían Fox ni Bermúdez, que además del tiempo, los enemigos naturales del papel impreso son el agua y el fuego, la humedad y el calor”, dijo.

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