jueves, 29 de enero de 2009

Claves para una Capitalidad Cultural

Linz (Austria) y Vilna (Lituania), que ostentan este año el título al que Málaga aspira para 2016, han basado sus programas de actividades en la participación ciudadana, estimulada a través de diversas fórmulas
Pablo Bujalance / Málaga Actualizado 15.01.2009 - 05:00
Desde su puesta en marcha al amparo de Melina Mercouri, el programa de Capitales Culturales de Europa persigue un objetivo fundamental: lograr que la cultura, materia ampliamente protegida por los poderes públicos en el Viejo Continente, pase a ser una cuestión social en toda su integridad, de manera que sean los ciudadanos, y no las instituciones, los que gestionen, produzcan y promuevan todo lo que tiene que ver con sus dominios. En este sentido, las ciudades que este 2009 ostentan la Capitalidad Europea de Cultura, Linz (Austria) y Vilna (Lituania), han prestado especial atención a la participación en sus respectivas propuestas de actividades, un requisito que exige la Unión Europea y que reviste las más variopintas traducciones. Conviene, en este sentido, tomar nota y considerar las medidas adoptadas en ambos para su posible aplicación en Málaga, candidata al mismo título para 2016.Especialmente llamativo es el caso de Linz, que convoca directamente a los ciudadanos para que gestionen las actividades mediante el programa Vecindarios de la Capital Cultural, que contempla la división de la ciudad en nueve barrios o distritos. A cada una de estas áreas se le ha sido asignado un mes (entre enero y los comprendidos entre marzo y octubre), de manera que, durante los treinta días correspondientes, cada distrito se ocupará de gestionar, con absoluta libertad y a partir de un determinado presupuesto, sus propias actividades culturales. Las instituciones públicas ponen al servicio de los colectivos implicados los espacios necesarios para la puesta en marcha de conciertos, representaciones teatrales, conferencias, presentaciones de libros y otras propuestas. La Capitalidad desciende así a los barrios, de manera que el arte y la cultura se convierten en fenómenos cotidianos, como ir a comprar el pan o utilizar el autobús como medio de transporte. Esta vocación vecinal se aplica a todos los órdenes culturales que ha desplegado Linz para su gran año, con los siguientes pilares básicos: el teatro (bajo el siguiente lema: Toda la ciudad es un único escenario), la música electrónica (de la que Linz es toda una potencia mundial en cuanto a festivales y producciones, además de otros soportes como arte digital y animación) y un especial recuerdo al compositor Anton Bruckner, que vivió en la ciudad austriaca entre 1855 y 1868. Por lo demás, el contenido de la Capitalidad destila un especial interés en todo lo relacionado con la memoria histórica; destaca especialmente en este sentido el programa In situ, que organiza actividades culturales en las áreas urbanas en las que los judíos sufrieron una mayor persecución de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Este punto resulta muy significativo, ya que Hitler estudió de niño en la escuela de Linz y sus padres están enterrados en la cercana Leonding.Por su parte, Vilna presenta un rico programa de actividades musicales (con festivales de jazz y música sacra, entre otros géneros), teatro, literatura y artes visuales. La participación ciudadana queda recogida en el People programme, que comprende diversas iniciativas. La más llamativa es la creación de una fundación para proyectos ciudadanos, encargada exclusivamente de recibir ideas de creadores anónimos (tanto en lo que corresponde a la gestión cultural como a la propia expresión artística) y materializarlas durante este año. El programa Kultflux presta especial atención a las culturas urbanas, mientras que el Día del Sol se ocupa de organizar actividades culturales dirigidas a colectivos sociales desfavorecidos o socialmente excluidos. No una cultura para todos, sino una cultura de todos es lo que persigue la Capitalidad. ¿Será Málaga capaz de aquí a 2016?

No hay comentarios: