viernes, 28 de noviembre de 2008

De esto es de los que estoy hablando

Articulo de Milenio.com
viernes 28 de noviembre del 2008
Frank Lozano

Al quite

La gestión cultural ha sido una odisea en la que promotores, artistas y la propia burocracia cultural, descienden cotidianamente a los vastos infiernos de lo imposible. Forjados en el heroísmo, los promotores culturales empuñan como arma única la intención de contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de la gente, desde una visión del desarrollo social que se pertrecha en la cultura como un instrumento intrínseco de transformación de la realidad.
Normalmente, el tránsito por dichos infiernos expone una serie de deficiencias que en muchas ocasiones determinan el futuro de los proyectos que se pretenden realizar. Por el lado de las burocracias culturales, la principal debilidad consiste en su apego por lo inmediato. Alejados de una visión de largo plazo, los burócratas se concentran en desahogar una agenda del aquí y del ahora.
En complicidad con promotores urgidos de ver sus proyectos realizados, dan curso a ideas e iniciativas con fecha de caducidad. Esta adolescencia de visión forja diversos vicios: la gestión se transforma en trámite; el desarrollo cultural, en actividades culturales; el desarrollo social, en entretenimiento; las empresas culturales, en cerillas que se queman tras el chispazo inicial.
De un tiempo para acá han surgido iniciativas no lucrativas de parte de artistas y promotores que decidieron asociarse con la intención de pasar de lo inmediato a lo mediato y de éste a una visión de largo aliento que transforme, no sólo la relación de los artistas, grupos y promotores con las burocracias culturales, sino también las propias prácticas de gestión empleadas por ellos mismos, que perpetraban el vicio de producir para el aquí y el ahora.
Es así como surgen organizaciones culturales como Tomarte, que iniciaron Scott Neri y Juan Carlos Uribe, y Cultura en Red, encabezada por la periodista y promotora cultural Jade Ramírez, y por la investigadora Gloria Pérez, entre otras muchas iniciativas. A esta visión se suma ahora el proyecto Las Encantadas, comandado por Lola Díaz y Carlos López de Alba.
Estos y otros grupos tienen en común la claridad de saber que la gestión cultural requiere de diversas herramientas, tanto tecnológicas como de formación, vinculación, asociacionismo, organización, capacitación y sobre todo de ruptura de paradigmas, para lograr el éxito en sus proyectos.
Para la gestión cultural, resulta saludable y oxigenante la aparición de actores que establezcan un modo distinto de interlocución, que replanteen la interacción entre autoridades y promotores desde una lógica distinta. Tristemente, quienes tendrían que fungir como los guías en el proceso de profesionalización de la gestión cultural se muestran incapaces de transformar su visión, su estructura y sus prácticas administrativas, para acompañar a promotores y artistas en su peregrinar.
Tanto el estado, como los municipios de Jalisco son rehenes de inercias burocráticas. La comodidad de las prácticas ha creado una confortable hamaca donde se mecen unos y otros bajo el amparo de que la gestión cultural no es alcanzada por la lupa escrupulosa de los medios. De ahí que mientras existan organizaciones e iniciativas que le entren al quite en desinstalar los vicios y prácticas de gestión lesivas, habrá que aplaudirlo y apoyarlo. El confort de la burocracia debe terminar.
franklozano_dr@yahoo.com.mx

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